viernes, 17 de abril de 2015

Todo se va tornando oscuro.

Me despierto de golpe en mitad de la noche. Todo está oscuro y la única luz que ilumina la habitación es la de los truenos acompañados de una tormenta muy poco usual en pleno julio. Me levanto y me asomo a la ventana para alcanzar la lluvia con mis manos y sentir las gotas caer. Pese al mal tiempo, puede verse como la luna, tímida, intenta asomarse entre las nubes en busca de sosiego.
Después de estar media hora observando el “fantástico” paisaje que da la bienvenida al verano, cierro la venta y me dirijo a la mesita de noche. Son las 3:30h de la madrugada y sé que no voy a poder seguir durmiendo porque la lluvia se intensifica con cada segundo que pasa. Decido encender la luz del pasillo e ir hasta la cocina. Al encender la luz de esta, los ojos me escuecen debido a que es mucho menos tenue que la otra. Al instante me acostumbro y camino hasta la mitad de la habitación para coger uno de los vasos del estante. Le echo tanta agua que está a punto de rebosarse. Por suerte, acerco mis labios rápido y bebo lo suficiente para que eso no pase.

Me siento en una de las sillas que rodea la mesa y miro a un punto fijo. No entiendo cómo, con el diluvio que hay esta madrugada, hace el mismo calor que a la 13:30h del mediodía. De repente, las luces de la cocina se apagan y me dejan sin visión alguna. <<Debe de ser por la lluvia>>, pienso. Como no tengo nada interesante que hacer, decido irme de vuelta a mi cuarto para intentar, al menos, dormir hasta que amanezca. Dejo el vaso usado en el fregadero y me voy por el mismo camino por el que he venido. Súbitamente, noto como unos brazos fuertes me rodean la cintura con fuerza. Grito y la persona que está reteniéndome pone una de sus manos en mi boca para que no emita ningún sonido. Intento escapar de sus brazos pero resulta en vano. En ese mismo instante, el individuo pone un papel entre mi nariz y mi boca. Mis gritos y lágrimas desaparecen lentamente conforme todo se va tornando oscuro.