Cuando era niña,
viajaba en el vagón de los sueños;
donde la felicidad eran las muñecas
y la tristeza una herida en la rodilla.
Cuando era niña,
me subía por primera vez al tren y empezaba
las primeras páginas de mi libro.
Pero ahora, ya no siendo tan niña,
tengo que cambiar de tren;
llegando a tiempo para no perderlo y así,
poder continuar mi libro personalizado.
Porque estas páginas que escribo,
no son mis favoritas del viaje y tampoco
el vagón en el que me encuentro.
Pero sé que el tren parará en el mejor momento
y estas páginas solo pertenecerán al recuerdo.